El liderazgo es un tema del que se ha escrito mucho y en multiples facetas y actividades , aquí solo cabe un esbozo aplicado a lo que nos atañe en este momento , las situaciones de emergencia y supervivencia en la naturaleza
La cuestión de que alguien organice las actividades, al menos para que no todos hablen a la vez, es algo necesario en un caso real. Lo difícil es elegir quién asume ese papel. A menudo el papel de líder no es bien aceptado por los que son dirigidos.
Un líder, según los cánones clásicos debe tener estas características principales: conocimiento, confianza en sí mismo, integridad, carisma, capacidad de comunicación, empatía…
Es cierto que el rechazo a dicho líder a veces radica en su forma de comportarse por carecer de estas capacidades, pero en la mayor parte de los casos en las situaciones que nos ocupan, es una cuestión de falta de voluntad para realizar un trabajo común, sin perjuicio de quien lo dirija. Una vez acabado, lo que puede ser cuestión de vida o muerte, es cuando debemos discutir si el sistema ha sido efectivo. En una situación real prolongada este análisis puede retrasarse días. Imagina un grupo aislado que tiene que bastarse a sí mismo.
Spitsbergen 2013 (ir armado es obligatorio, por los osos polares)
(Foto: Archivo ESDM)
Normalmente el trabajo organizativo debe realizarla la persona que más conocimiento tenga sobre el tema que nos ocupa. Si nadie tiene experiencia, quien tenga más sentido común es quien debe asumirlo. Si quien tiene experiencia no tiene sentido común, debería dejar el mando a alguien que lo tenga y actuar de asesor.
Entre caracteres opuestos es fácil que surjan enfrentamientos en momentos difíciles. Estos roces debe tenerlos en cuenta quien organiza. La actitud como líder ha de ser jovial y conciliadora. Si se va de duro se corre el riesgo de que cualquier debilidad no justificada haga que se le echen encima los supuestos subordinados. Aunque parezca grotesco, la jerarquía de un grupo en estas circunstancias no se diferencia mucho de la de una manada de primates. Aunque tal vez para sacar faltas el ser humano sea menos deportivo que el simio. Algunas personas tienen graves complejos de inferioridad y acaban odiando a quien creen superior. No obstante, la prepotencia es a veces un defecto inherente a quien tiene capacidad de mando. Esto puede convertirse, a la larga, en una bomba a punto de estallar. Quien lidera ha de ser un ejemplo de solidaridad y trabajo.
Una de las cosas más importantes de la labor del líder será crear equipo fomentando las buenas relaciones entre el mismo y potenciando el que todos los miembros, individualmente, utilicen sus capacidades en beneficio del grupo.
Llevo más de veinte años guiando en zonas del planeta verdaderamente salvajes; eso supone más de mil personas guiadas, y casi siempre consigo hacer equipo y que todo el mundo se lleve genial, a pesar de lo duro de la situación. Entre esas más de mil personas hay menos de diez que me odian a muerte. Quizás sea problema suyo, lo más probable, pero también es real que nadie es infalible ni capaz de tener afinidad con absolutamente todo el mundo. Nadie dijo que mandar fuera sencillo, pero en estos casos es necesario alguien que lo haga.
Liderazgo compartido
Solo repetidas actuaciones de incompetencia probada pueden justificar que otro intente asumir el mando. Dos o más líderes pueden desestabilizar el grupo, salvo que actúen conjuntamente, lo que desgraciadamente no es habitual.
Pero puede utilizarse un sistema de liderazgo compartido si se combinan dos caracteres, uno enérgico y otro más diplomático. En ese caso puede funcionar.
Según los conceptos clásicos, existen tres tipos de líderes:
- El autoritario, que no cuenta con los subordinados ni deja hacer a los mismos.
- El democrático, que consulta todas las decisiones con los subordinados.
- El liberal, que deja hacer sin imponerse mucho.
Según mi experiencia, la mezcla de autoritario y democrático es la mejor combinación. Todo depende de la urgencia de la situación, si algo es de vida o muerte, el líder debe tomar la decisión, aunque luego la explique y consulte, si hay margen puede escuchar opiniones del grupo, al menos las de los más capacitados, aunque sin excluir totalmente al resto.
Las decisiones importantes deberían ser consultadas con la gente si como citamos el tiempo no es vital, caso en el que tal vez por una cuestión de seguridad, sea necesario que quien dirige decida de manera unilateral algún asunto crucial. A nadie le gusta que le digan lo que tiene que hacer, aunque en una urgencia casi nadie discute a quien le saca las castañas del fuego.
Siguiendo el esquema de prioridades que se describen en la introducción( Libro Tened cuidao ahi fuera ), hay que ponerse enseguida a trabajar. Distribuyendo las labores procurando, no dejar a nadie sin responsabilidades si el grupo es pequeño. Hasta un herido leve puede encargarse de algo; esto le hará sentirse menos como una carga. Los heridos, desde su posición, pueden ver y sugerir cuestiones que a los de primera línea, con menos tiempo para pensar, se les pasen por alto.
Cuando el trabajo esté distribuido es obligación de todos que las tareas se cumplan. Sería una triste gracia que nadie se ocupara de hacer señales en el momento en que un helicóptero pasa justo por encima de vosotros. El frío, el hambre, el cansancio o haber perdido a un ser querido harán que la gente se muestre más apática y perezosa, incluso más egoísta. A todos estos problemas tiene que enfrentarse el jefe del grupo. No ha de ser tirano, pero tampoco blando. En algunas situaciones no habrá más remedio que obrar con energía. Cuanto mejor y más aprisa se resuelvan las prioridades básicas, aunque algunas no tendrán una solución fácil o no tendrán solución, más cómoda será la situación y más fácil será trabajar con la gente.
Difícil, ya lo sé, pero nadie dijo que una emergencia vital vaya a ser un juego de niños.
Hay que dosificar los recursos si la situación va a prolongarse. En situaciones no reales no es tan necesario lo citado anteriormente, pero sí es cierto que conviene una mínima organización y que todo el mundo sepa, antes de salir, qué se va a hacer. Una cosa que se aprende con el tiempo es que grupos de gente que se llevan bien entre sí de verdad (si no este es un buen momento para comprobarlo) tienen más posibilidades de que les salga bien una expedición; por ejemplo, es más probable el éxito en un grupo aunque alguno sea menos experto que en un equipo de figuras que no consiguen entenderse entre sí. No obstante hay que tener en cuenta que las personas sin ninguna experiencia pueden verse desbordadas por algunas situaciones y pagarlo con los demás; en ese caso alguien experimentado, aunque no lo sea en ese medio especifico, tendrá más posibilidades de adaptación si vienen mal dadas.
Aunque no estés dirigiendo la situación, no por eso tu actitud es menos importante. Si tienes algunos conocimientos útiles comunícaselos a quien dirige, pero antes de actuar, salvo que sea una urgencia, consulta con él y con los demás. Sé solidario con tus compañeros y nunca escurras el bulto a la hora de trabajar. Aunque tal vez la situación sea dura por hambre, frío u otras privaciones, recuerda que puede haber gente que esté peor que tú y no les servirá de mucho oír tus quejas.
No dirigir no significa estar al margen y se evita uno algunos problemas, el menor estrés facilita la supervivencia.
Sé condescendiente a la hora de juzgar las acciones de los demás. Piensa fríamente qué harías tú en su caso. Por supuesto que la crítica es necesaria, pero todo tiene su momento.
Sin el paraguas de la civilización
Las personas que no tienen experiencia al aire libre son, por lo general, quienes más acusan verse de repente envueltos en un accidente en un lugar salvaje o estar expuestos a la naturaleza sin más que lo puesto. Incluso personas con experiencia pueden verse desbordadas, más aún si son capaces de valorar la magnitud del problema (naufragio en una zona sin tráfico marítimo y sin ningún modo de transmitir nuestra posición, un accidente aéreo en el invierno ártico, un vehículo solitario que se detiene en el centro del Sahara en pleno verano, etc.).
Creo necesario señalar que algunos programas de televisión no han contribuido mucho a fomentar la supervivencia en grupo, sin entrar en detalles técnicos, como de dónde sacaban el agua o por qué si comían tan poco algunos apenas adelgazaban, etc. Lo más llamativo era expulsar por consenso popular a los que no funcionaban, eran débiles (se expulsó a una chica en uno de esos programas por cortarse con un machete) o simplemente no eran populares. Según los postulados de estos programas, en una situación real habría que exiliar o liquidar a los que no nos sirven. Por no hablar de la colección de programas de aparición más reciente, cuyo cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Creo que ningún experto en supervivencia que se precie podría pasar estos programas por alto sin decir nada al respecto teniendo ocasión de hacerlo.
El tema de los “realitys” sobre supervivencia se ha hecho popular, mi consejo es no creerse casi nada de ellos y no pensar que una situación de supervivencia real o provocada, se parece a lo que vemos en estos programas, donde los guionistas manipulan la situación para atraer audiencia, las broncas, la rivalidad … . Atraen a cierta gente que ve estos programas Al fin solo es televisión y por desgracia mala televisión
Estracto de Libro Tened cuidado ahi fuera Jaime Barrallo director tecnico ESDMobra registrada en el Registro de Propiedad Intelectual de la CAM